martes, 21 de octubre de 2008

Un millón de amigos


“Los vas a poder contar con esta mano”-me decía mi mamá con respecto a los amigos, cuando de niña lloraba porque no creía tener suficientes. Y con el tiempo me di cuenta de que era verdad: para tener y conservar a un amigo hay que consagrarle nuestro bien más escaso, que sin duda es el tiempo.
Sin embargo, desde ya hace unos meses he visto que mis amigos se multiplican y tengo más que los que nunca pensé. 187 para ser exacta, entre los que figuran ex – amores platónicos, otros ex – amores a secas, otros que pudieron haber sido, pero mejor que no y ahora imposible; ex – colegas, ex –amigos, ex – vecinos. También compañeros de colegio, y otros que eran del “A”(léase “eternos rivales”), compañeros de universidad con los que no crucé palabra en los 5 años de estudios, hermanos de compañeros, compañeros de mi hermana y hasta papás de compañeros.
Si tuviera que clasificarlos, tendría que crear una categoría para aquellos con los que nunca hablamos demasiado en persona ni tampoco lo haremos por chat. Y están en la lista, viendo las fotos del cumpleaños de mi hija o los resultados de mi quiz sobre música, pero no hay interacción posible. Y lo mejor de todo es que es mutuo.
Otra subespecie son los reencuentros simpáticos. Fuimos grandes amigos cuando íbamos a fiestas con botas de flecos y chasquilla con gel, pero hoy no tenemos nada en común. Qué fue de tu vida… Te acordai de… Casado, soltero, emparejado, profesión, trabajo, número de hijos. Dos mail por nuca. Luego volvemos a la indiferencia mutua, porque si no nos necesitamos en 15 años, para qué imponernos la obligación de mantenernos al tanto. A veces da para un cafecito, a lo más un almuerzo, a veces masivo, que puede ser muy jocoso y durar hasta altas horas de la madrugada. Pero la regla es la inercia: volver a la posición de origen.
Hay raros reencuentros que duran por siempre. La persona que nunca quisiste perder y que siente lo mismo por ti. Ahora acuerdan recuperar el tiempo perdido y llamarse una vez por semana y reunirse una vez al mes. Pero son especies escasas.
Y entre esas 187 caras están los 5 dedos de mi mano, esos que han pasado las pruebas del tiempo y del espacio y se han hecho compañeros de ruta. Esos que no necesitas encontrar en Facebook porque continuamente te salen al encuentro. Los que no necesitas “agregar” porque nunca se han ido, los que nunca te van a “ignorar”, los que te “etiquetan” en todos sus álbumes, no sólo en los del recuerdo. Como diría Brecht, “ésos son los imprescindibles”.

3 comentarios:

Unknown dijo...

me ha tomado unos minutos poner atención a una inevitable reflexión, y trato de encontrarme en tu enumeración de posibilidades, lo más probable es que más de una me quede ... por otra parte miro mi mano y veo mis 5 dedos, que son estrechados a diario y que al igual que a ti, por más que pasa el tiempo, son menos las manos que vuelven a estrechar...

María Isabel dijo...

Es verdad es que a veces somos indiferentes con aquellos amigos que nos acompañan siempre, y que no sabemos descubrir ni agradecer por ellos... he tenido la oportunidad de conocer personas que han perdido parte de los dedos de su mano, y los recuerdo especialmente cuando por ejemplo, rezo el rosario con mis diez dedos y no necesito encontrar un rosario ni exhibirlo en público...

Unknown dijo...

Me alegro que hayas escuchado mi consejo y ahora seas blogera... Se que estoy entre los 5... O quizas soy numero 6. No importa, porque lo que si se, es que estoy entre los imprescindibles.

Besos.